RIESGO NETANYAHU
Probabilidad de lanzamiento: 83%
Probabilidad de contención: 45%
ARTÍCULO: ¿SERA NETANYAHU?
Título: ¿En qué punto se encuentra el desarrollo nuclear de Israel?
Autor: France24 Español
Fecha: 15 junio 2025
RIESGO NETANYAHU
Por: Javier Ortega
RIESGO DE LANZAMIENTO: 46%
Probabilidad de lanzamiento: 83%
Probabilidad de contención: 45%
PROBABILIDAD DE LANZAMIENTO
I. PODER INTERNO
¿Tiene Netanyahu suficiente poder —real y operativo— para ordenar el lanzamiento de un arma nuclear?
Benjamín Netanyahu no es solo el primer ministro más longevo de Israel. Es, en términos políticos, un superviviente profesional, un equilibrista sin escrúpulos que ha conseguido sostenerse en el poder cruzando líneas rojas que antes eran intocables.
Su capacidad de maniobra ha ido en aumento, pero también se ha ido cerrando en torno a un núcleo cada vez más radicalizado. La pregunta es: ¿ese poder es suficiente para apretar el botón nuclear?
Primero, un matiz: Israel nunca ha reconocido oficialmente poseer armas nucleares.
Su política es la de la ambigüedad estratégica: no confirma ni niega su arsenal. Sin embargo, el consenso internacional (y la lógica) es claro: Israel tiene armas nucleares. Se estima que posee entre 80 y 90 ojivas. Y más importante aún: puede usarlas.
Ahora bien, ¿quién controla ese arsenal?
El poder nuclear israelí no está regido por una doctrina pública como la de Rusia o EE.UU., pero todo indica que:
- La decisión última está concentrada en el Primer Ministro.
- Hay una cadena operativa que incluye al Ministro de Defensa, el Jefe del Estado Mayor y posiblemente el Mossad.
- No existen mecanismos formales de doble verificación civiles o parlamentarios.
Esto coloca a Netanyahu en una posición peligrosa: tiene acceso a un poder letal sin restricciones institucionales claras, en un país que opera bajo una amenaza existencial permanente.
Y aquí entra lo delicado del asunto: Netanyahu no lidera con consenso. Lidera desde el miedo, la fragmentación y la polarización. Ha construido su permanencia en el poder alimentando un clima constante de asedio, interno y externo.
Desde la guerra de Gaza, su posición ha oscilado entre el aislamiento diplomático y el apoyo incondicional de sectores ultrasionistas, tanto dentro como fuera de Israel. Su coalición actual incluye fuerzas ultranacionalistas y religiosos mesiánicos, para quienes la violencia total es una opción legítima.
¿Está Netanyahu en posición de ordenar un ataque nuclear?
Técnicamente sí. Políticamente, también. Y lo más inquietante: ha mostrado que, si se siente acorralado, no dudará en llevar el conflicto a otro nivel.
Variable Evaluada | Nivel de riesgo |
Acceso operativo al arsenal nuclear | Alto |
Concentración de poder en la figura del Primer Ministro | Alto |
Ausencia de controles civiles o parlamentarios claros | Muy alto |
Estabilidad del gobierno y coalición radicalizada | Alto |
Posibilidad de maniobra sin consenso interno | Medio |
CALIFICACIÓN PODER INTERNO: 16/20
Netanyahu posee el poder formal y la legitimidad táctica para ordenar un uso extremo de la fuerza. La ambigüedad oficial de Israel le otorga libertad de acción, y la polarización interna reduce los frenos democráticos. Es un líder con acceso, presión y motivación. Lo que aún no tiene es el momento. Pero podría fabricarlo.
II. CONTEXTO INTERNACIONAL
¿Podría el contexto global empujar a Netanyahu a usar armas nucleares?
Israel ha cultivado durante décadas un aura de excepcionalismo estratégico: una nación pequeña, rodeada de enemigos, con derecho —según su narrativa— a responder con desproporción.
Esa doctrina de supervivencia ha sido respaldada por EE.UU. y tolerada por Europa, incluso cuando el costo humanitario ha sido escandaloso.
Pero algo está cambiando. Desde el 7 de octubre de 2023, con el ataque de Hamás y la respuesta militar israelí en Gaza, el contexto internacional ha dado un giro inesperado:
- Aislamiento creciente:
- La ONU ha acusado formalmente a Israel de crímenes de guerra.
- Sudáfrica denunció a Netanyahu ante la Corte Internacional de Justicia por genocidio.
- Países históricamente aliados (Irlanda, España, Bélgica) han reconocido a Palestina como Estado.
- En América Latina, el repudio es casi unánime.
- Incluso EE.UU., su aliado incondicional, comienza a marcar distancia pública —aunque tímidamente.
- Emergencia humanitaria:
- Gaza es, a ojos del mundo, una catástrofe humanitaria sin precedentes recientes.
- La imagen internacional de Israel está en mínimos históricos.
- La idea de “la única democracia de Oriente Medio” se resquebraja frente a las imágenes de niños bajo escombros.
- Riesgo de guerra regional:
- Hezbollah ha intensificado sus ataques desde el norte.
- Irán ha elevado el tono y, por primera vez en décadas, lanzó misiles directamente sobre territorio israelí.
- La posibilidad de una escalada multinacional —Israel vs Irán, con Siria, Líbano y Yemen como actores secundarios— es más real que nunca.
- Pérdida de credibilidad como potencia controlada:
- Netanyahu ya no es visto como un líder frío y estratégico.
- Su insistencia en continuar una ofensiva brutal incluso contra la opinión pública global lo perfila como un gobernante desconectado y peligrosamente atrincherado.
¿Cómo influye todo esto en la posibilidad de uso nuclear?
Israel ha mantenido su arsenal nuclear como último recurso frente a una amenaza existencial. Pero si Netanyahu reinterpreta esa amenaza —por ejemplo, si Irán se acerca al umbral nuclear, o si Hezbollah lanza una ofensiva masiva desde el norte—, el escenario para un ataque táctico (limitado, “disuasivo”) se vuelve concebible.
Más aún si:
- Netanyahu siente que está políticamente perdido.
- O que puede recuperar autoridad interna a través de una demostración de fuerza “definitiva”.
En otras palabras: el contexto internacional ya no es un freno. Es un catalizador.
Variable Evaluada | Nivel de riesgo |
Aislamiento diplomático creciente | Alto |
Riesgo de guerra regional con múltiples actores | Muy alto |
Fragilidad del respaldo estratégico de EE.UU. | Medio |
Presión del conflicto en Gaza como catalizador | Alto |
Amenaza nuclear emergente de Irán | Muy alto |
CALIFICACIÓN CONTEXTO INTERNACIONAL: 17/20
El entorno internacional de Netanyahu ha pasado de ser protector a volverse hostil, impredecible y potencialmente explosivo. Frente a esta presión, el uso de armamento nuclear —aunque impensable hace una década— entra en la categoría de jugada final si el régimen siente que su existencia está en juego.
El problema es que el régimen y Netanyahu se confunden como una misma cosa.
III. IDEARIO Y DOCTRINA
¿Qué ideas sostienen —o justifican— la posibilidad de usar el arma nuclear?
Benjamín Netanyahu no es un ideólogo en el sentido clásico. Es más bien un constructor de narrativas funcionales, adaptables al poder, siempre orientadas a reforzar un marco: Israel está permanentemente amenazado, y sólo la fuerza —física, militar, tecnológica— garantiza su supervivencia.
En esa lógica, el uso de la fuerza no es un recurso extremo, sino un idioma diplomático. Y su tono ha ido subiendo.
¿Qué sustenta su visión estratégica?
- El mito del “Israel asediado”:
La idea de que Israel está solo, rodeado de enemigos, justifica una política de anticipación y brutalidad. Esto convierte cualquier conflicto en una lucha por la existencia, incluso si el enemigo es asimétrico o debilitado. - La doctrina del castigo ejemplar:
Netanyahu ha promovido, incluso antes del 7 de octubre, la idea de que el enemigo debe temer siempre una respuesta desproporcionada. No se trata de equilibrar fuerzas, sino de disuadir por terror. - El mesianismo militar:
En sus discursos recientes —sobre todo en contextos internos— Netanyahu ha comenzado a usar un lenguaje mesiánico, casi bíblico. Palabras como destino, redención, victoria divina, aparecen con inquietante frecuencia. Esto no es retórica vacía: es combustible ideológico para legitimar cualquier acto de fuerza como parte de una misión histórica. - La deslegitimación total del enemigo:
Hamás ya no es sólo una amenaza. Gaza ya no es sólo un enclave hostil. Son el Mal.
Y si se construye al enemigo como “el Mal absoluto”, entonces todo está permitido. Incluso lo nuclear. - El silencio nuclear:
La estrategia de no reconocer el arsenal atómico le permite a Netanyahu jugar con un comodín oculto. Nunca ha hablado directamente de armas nucleares, pero sí ha insinuado que Israel “hará lo necesario”. Esa ambigüedad es una forma de amenaza disuasiva. Y en contextos extremos, podría transformarse en acción.
Variable Evaluada |
Nivel de riesgo |
Doctrina del enemigo absoluto |
Alto (≈ 4/5) |
Justificación de la desproporción militar |
Muy alto (≈ 5/5) |
Uso político del miedo existencial |
Alto (≈ 4/5) |
Normalización del lenguaje bélico total |
Muy alto (≈ 5/5) |
Ambigüedad nuclear como herramienta de presión |
Alto (≈ 4/5) |
CALIFICACIÓN IDEARIO Y DOCTRINA: 18/20
Netanyahu ha configurado su liderazgo sobre la idea de que la supervivencia de Israel justifica cualquier medio, y ha eliminado progresivamente los matices éticos en su discurso de seguridad.
La bomba no necesita ser nombrada si ya se acepta que todo es posible.
Y ese marco doctrinario no es sólo peligroso: es funcional, operable, y ya se está desplegando —aunque por ahora, sin pulsar el botón.
IV. PERSONALIDAD Y ESTABILIDAD PSICOLÓGICA
¿Está Netanyahu mental y emocionalmente en condiciones de tomar una decisión irreversible?
Benjamín Netanyahu siempre fue un animal político. Pero hoy —tras más de tres décadas en el centro del poder israelí, múltiples elecciones anticipadas, pactos con ultras, procesos judiciales por corrupción, la guerra en Gaza y un creciente aislamiento internacional— es otra cosa: un hombre cercado, radicalizado, emocionalmente blindado y con poco que perder.
Netanyahu no solo ha desdibujado los límites entre su supervivencia política y la del Estado, sino que ha pasado los últimos años convenciéndose —y convenciendo a otros— de que si él cae, cae todo. Y eso es exactamente lo peligroso.
Indicadores de inestabilidad crítica:
- La trampa de la historia personal:
Netanyahu se ve a sí mismo como un personaje histórico, como el último bastión de un Israel fuerte, autónomo y militarmente temido.
Su biografía está marcada por la figura de su hermano Yoni, muerto en la operación de rescate de rehenes en Entebbe. Desde entonces, ha cultivado una relación personalísima con la noción de «sacrificio nacional». - Aislamiento emocional y político:
El Netanyahu de 2024-2025 ya no es el calculador que sabía moverse entre diplomacias.
Está rodeado por aliados de extrema derecha, figuras mesiánicas y halcones sin filtro.
Su gabinete es una cámara de eco donde el pensamiento moderado no entra. - Radicalización reactiva:
Acorralado por causas judiciales, presión internacional y movilizaciones internas, Netanyahu ha profundizado su tono victimista y apocalíptico.
Ya no gestiona crisis: vive en estado de crisis permanente. - Disociación frente al sufrimiento ajeno:
Su capacidad para ver imágenes de Gaza devastada, de niños muertos, de hospitales arrasados, y continuar imperturbable, habla de una desconexión emocional estructural.
No es simplemente frialdad: es convicción de que el dolor del otro no cuenta si el enemigo es “existencial”. - Pérdida del miedo a lo irreversible:
Quizá el rasgo más alarmante: Netanyahu ya no parece temer las consecuencias últimas de sus decisiones.
En parte porque cree que el mundo le debe impunidad.
Y en parte porque sabe que su salida del poder no será suave, ni simbólica, ni negociada.
Para él, cada día más, todo es ahora… o nunca.
Variable Evaluada | Nivel de riesgo |
Narcisismo político y percepción mesiánica | Muy alto (≈ 5/5) |
Aislamiento ideológico y emocional | Alto (≈ 4/5) |
Disociación frente al dolor ajeno | Muy alto (≈ 5/5) |
Vulnerabilidad a la paranoia y el estado de sitio mental | Alto (≈ 4/5) |
Nivel de contención institucional o interpersonal | Bajo (≈ 2/5) |
CALIFICACIÓN PERSONALIDAD: 18/20
Netanyahu se encuentra en una fase de su carrera donde la pérdida, el descrédito y el fin de ciclo lo rodean como una tormenta. En ese marco, su decisión no se moverá por racionalidad, sino por destino. Y un hombre convencido de que es la historia quien lo guía, no es alguien que tema apretar un botón.
V. GRUPOS DE PRESIÓN
¿Hay fuerzas políticas, religiosas o militares que puedan empujar —o frenar— una decisión nuclear?
Netanyahu ha construido su supervivencia política sobre una coalición que antes parecía improbable y ahora es francamente peligrosa:
- Partidos ultrarreligiosos que consideran la guerra como mandato divino.
- Ultranacionalistas dispuestos a borrar Gaza del mapa.
- Militares heridos en su orgullo tras el ataque del 7 de octubre.
- Y un sector de la sociedad israelí que, tras años de guerra psicológica, ve en la violencia extrema una solución viable.
No hablamos de márgenes radicales. Hablamos del núcleo político que sostiene al primer ministro. Un entorno que no actúa como freno, sino como acelerador.
Grupos clave:
- Coalición de gobierno (2023–2025):
Compuesta por figuras como Itamar Ben-Gvir (Ministro de Seguridad Nacional) y Bezalel Smotrich (Ministro de Finanzas), conocidos por su retórica genocida y su desprecio por los palestinos.
Sus declaraciones han normalizado públicamente la idea de “borrar barrios enteros” o “convertir Gaza en un parking.” - Religiosos nacionalistas:
Sectores del sionismo religioso ven la guerra como una etapa en la redención mesiánica.
Su visión del conflicto no es pragmática, sino escatológica.
En ese marco, un arma nuclear podría ser interpretada como castigo divino autorizado. - Cúpula militar y servicios de inteligencia:
Aunque históricamente más moderados, los recientes fracasos operativos han dañado su imagen.
Algunos generales exigen una respuesta “definitiva” para restaurar la disuasión.
Y aunque hay voces críticas, la presión por no parecer débiles puede empujar hacia decisiones extremas. - Patrocinadores internacionales (lobby sionista global):
Netanyahu sigue contando con sectores del AIPAC, think tanks neoconservadores en EE.UU. y medios afines que normalizan cualquier acción en nombre de la seguridad de Israel.
Esta red de apoyo externo actúa como escudo moral ante las críticas y genera impunidad narrativa. - Sociedad civil fragmentada:
Aunque existen protestas, el trauma nacional del 7 de octubre ha generado una unidad bélica emocional que margina a las voces disidentes.
En este clima, una decisión radical puede ser percibida como inevitable más que cuestionable.
Variable Evaluada | Nivel de riesgo |
Radicalización de la coalición gobernante | Muy alto (≈ 5/5) |
Influencia de grupos religiosos extremos | Alto (≈ 4/5) |
Presión militar por restaurar disuasión | Alto (≈ 4/5) |
Apoyo externo incondicional (lobby, medios) | Alto (≈ 4/5) |
Debilidad de la oposición interna efectiva | Alto (≈ 4/5) |
CALIFICACIÓN GRUPOS DE PRESIÓN: 17/20
El entorno político, religioso y militar de Netanyahu no solo no lo contiene, sino que lo valida. Está rodeado de voces que creen que la aniquilación total es una opción legítima, incluso redentora. Y en ese entorno, la locura se vuelve estrategia.
RESULTADO FINAL
PROBABILIDAD DE LANZAMIENTO ESTIMADA:
83% → NIVEL CRÍTICO MEDIO
Netanyahu entra de lleno en la zona de riesgo nuclear crítico. Es decir: tiene el poder, el entorno, la doctrina, el perfil psicológico y el contexto internacional necesarios para justificar (y ejecutar) una acción de este calibre. Lo inquietante es que cada obstáculo que antes frenaba una acción así —alianzas, reputación, frenos institucionales, contención moral— se ha ido erosionando. Y hoy, el botón nuclear está más cerca de su dedo que nunca.
PROBABILIDAD DE CONTENCIÓN
I. CONTENCIÓN CULTURAL Y NARRATIVA HISTÓRICA
¿La cultura, historia y memoria colectiva israelíes actúan como freno ante el uso del arma nuclear?
Israel es un país fundado sobre un trauma. La Shoá —el Holocausto— no es solo memoria: es piedra angular de identidad colectiva. Y, en cierto modo, eso refuerza y debilita al mismo tiempo los mecanismos culturales de contención nuclear.
Por un lado, uno podría pensar que la experiencia del genocidio habría generado una sensibilidad extrema hacia los límites de la violencia. Y es cierto: en ciertos sectores de la sociedad israelí —especialmente entre intelectuales, artistas, movimientos pacifistas y judíos seculares críticos— existe una fuerte ética del límite, una conciencia de que el poder también debe contenerse.
Pero Netanyahu no escucha a esos sectores. Y lo que se ha instalado en el imaginario nacionalista dominante, sobre todo desde la Segunda Intifada y el 11-S, es otra narrativa: la del “nunca más” no como autocontrol, sino como justificación de fuerza extrema.
Dos frases resumen este giro:
- “Nunca más seremos víctimas.”
- “Haremos lo que haya que hacer para sobrevivir.”
Este giro emocional ha sido potenciado por décadas de conflicto permanente. En un país donde los hijos van al ejército a los 18 y viven bajo amenaza constante, el umbral del horror se ha desplazado. La violencia se ha normalizado como defensa. Y la defensa, como destino.
Además, Israel no tiene Hiroshima ni Nagasaki. No hay imágenes propias del horror nuclear. El tabú no está en el imaginario. Y la política de ambigüedad nuclear ha contribuido a mantener el debate fuera del terreno público. No se discute. No se tematiza. No se teme. En ese vacío simbólico, el freno cultural se disuelve.
Variable Evaluada | Nivel de contención |
Presencia del tabú nuclear en el imaginario colectivo | Muy baja |
Educación crítica sobre límites éticos del poder militar | Baja |
Cultura del “nunca más” como freno moral | Media |
Discurso político dominante sobre fuerza y supervivencia | Baja |
Existencia de voces culturales disidentes activas | Media |
NIVEL DE CONTENCIÓN CULTURAL: 11/20
Aunque existen bolsillos culturales con sensibilidad ética y pacifista, la narrativa nacional dominante ha desplazado el freno simbólico hacia una justificación de fuerza absoluta. En este marco, el uso de armamento extremo podría no producir una ruptura moral masiva si es presentado —como suele hacer Netanyahu— en clave de defensa existencial.
MIEDO COLECTIVO A LA REACCIÓN GLOBAL
¿Existe una amenaza internacional lo bastante seria como para disuadirlo?
Durante décadas, Israel se movió bajo el amparo de una lógica bastante sencilla:
“Podemos hacer casi cualquier cosa… mientras no lo digamos en voz alta.” Esa ambigüedad, ese equilibrio entre apoyo internacional y brutalidad tácita, funcionó como una contención de facto.
Pero Netanyahu ha roto esa lógica. Ha estirado el consenso internacional hasta fracturarlo. Y ahora se encuentra en una posición paradójica:
- Aislado diplomáticamente,
- pero convencido de que nadie lo detendrá realmente.
¿Qué hay del gran freno: Estados Unidos?
La relación con EE.UU. sigue siendo clave. Pero ya no es lo que era.
- Joe Biden ha presionado, advertido y condicionado ayuda militar.
- Se han producido roces públicos inéditos.
- Incluso dentro del Partido Demócrata, la tolerancia hacia la política israelí se ha erosionado.
- Y sin embargo… el flujo de armas no se ha detenido.
Netanyahu ha aprendido una lección peligrosa: puede desafiar a la Casa Blanca, y lo peor que le pasará es que le frunzan el ceño.
Además:
- El Consejo de Seguridad de la ONU está paralizado por vetos cruzados.
- Europa grita, pero no actúa.
- América Latina y África no tienen capacidad real de presión.
- Y los países árabes vecinos están divididos, cooptados o en crisis.
La verdadera preocupación de Netanyahu no es lo que el mundo diga, sino lo que haga. Y hasta ahora, no ha hecho nada que lo frene.
¿Reaccionaría el mundo si Israel lanzara un ataque nuclear táctico sobre, digamos, instalaciones militares iraníes? ¿O si lo hiciera como “respuesta definitiva” a una ofensiva de Hezbollah? Nadie lo sabe. Y en esa incertidumbre… Netanyahu se siente libre.
Variable Evaluada | Nivel de contención |
Capacidad de presión efectiva de EE.UU. | Media |
Riesgo de ruptura diplomática irreversible | Bajo |
Potencial de reacción militar internacional | Muy bajo |
Aislamiento en organismos multilaterales | Bajo |
Preocupación por imagen pública internacional | Muy baja |
NIVEL DE MIEDO COLECTIVO: 9/20
Netanyahu ha comprobado que el castigo internacional, cuando existe, es simbólico. No hay ejército en camino, no hay sanciones reales, no hay ruptura total. Y mientras eso siga así, la amenaza externa no actúa como freno. Actúa, en todo caso, como telón de fondo. Y los telones no detienen bombas.
III. CONTROL TÉCNICO-OPERATIVO RESIDUAL
¿Existen barreras reales —institucionales o técnicas— que impidan o dificulten un lanzamiento nuclear?
Aquí nos adentramos en terreno nebuloso. Israel, como ya dijimos, mantiene una política de ambigüedad nuclear deliberada: ni confirma ni desmiente tener armas atómicas. Pero eso no significa que no existan protocolos. Significa que no sabemos exactamente cuáles son. Lo que sí sabemos es que:
- Israel posee entre 80 y 90 cabezas nucleares, según estimaciones creíbles.
- Tiene capacidad de lanzamiento desde tierra, mar y aire (la “tríada nuclear” básica).
- El sistema está altamente centralizado, tanto en decisión como en ejecución.
Y lo más relevante: el Primer Ministro tiene la autoridad última. No hay un “doble candado” al estilo estadounidense. No hay indicios de un comité civil de revisión. Y las fuerzas armadas actúan bajo una lógica de disciplina estricta.
Además:
- El Mossad y el Shin Bet responden directamente al Ejecutivo.
- El ministro de Defensa es parte de la coalición ultranacionalista.
- El Consejo de Seguridad Nacional no tiene mecanismos de control sobre decisiones tácticas en tiempo real.
En resumen: el camino entre Netanyahu y un misil nuclear es corto, vertical y poco compartido. Y si bien es probable que exista algún nivel de protocolo técnico interno, no hay transparencia ni evidencia de controles firmes. Todo indica que si él quiere, él puede.
Variable Evaluada | Nivel de contención |
Existencia de verificación múltiple obligatoria | Muy baja (≈ 1/5) |
Supervisión institucional (civil o parlamentaria) | Muy baja (≈ 1/5) |
Capacidad de objeción operativa dentro del ejército | Baja (≈ 2/5) |
Transparencia sobre la cadena de mando nuclear | Muy baja (≈ 1/5) |
Cultura de obediencia vertical en los cuerpos de seguridad | Baja (≈ 2/5) |
NIVEL DE CONTROL TÉCNICO-OPERATIVO: 7/20
Israel ha cultivado un modelo de máxima opacidad y mínima distribución de poder operativo sobre su potencial nuclear. Y aunque no hay pruebas directas, todo apunta a que el Primer Ministro podría ordenar un lanzamiento sin mayor fricción interna. Es un sistema diseñado para ejecutar, no para detener.
DETERMINACIÓN DEL RIESGO GLOBAL DE LANZAMIENTO NUCLEAR (RGLN)
Sabiendo que:
RGLN = PROBABILIDAD DE LANZAMIENTO*×(1-CONTENCIÓN TOTAL**/60)
*Contención Total = Suma de índices de contención, miedo y freno.
**Probabilidad de lanzamiento: La obtenida con los factores.
Entonces:
RIESGO DE LANZAMIENTO: 45% RIESGO ALTO*
*Tabla de riesgo
- 0–20: Riesgo bajo
- 21–40: Riesgo medio
- 41–60: Riesgo alto
- 61–80: Riesgo crítico
- 81–100: Riesgo extremo
Javier Ortega
Javier Ortega estudió Historia en la Universidad de Granada, donde desarrolló su gusto por las narrativas del colapso, las herejías culturales y las marginalidades del pensamiento. Más tarde completó el Máster de Periodismo de El País y cursó estudios parciales en Derecho, lo que le dio herramientas para moverse con precisión verbal incluso en los terrenos más resbaladizos. Javier, como todos nuestros experimentos, es producto del diálogo entre un humano y un humanoide.